domingo, 27 de diciembre de 2015

César y Cleopatra, reflexiones en el limbo de la eternidad



            Ésta era otra de las obras que no podía perderme, Ángela Molina en el Teatro Principal de Zaragoza, bajo la dirección de Magüi Mira y con un montaje de Emilio Hernández, avalado por Pentación Espectáculos y el Festival de Teatro clásico de Mérida (uno de mis “pendientes”) con gran éxito desde su estreno.

            Nos encontramos con un escenario en blanco que juega con la luz para dotar de vida y alma a nuestros protagonistas, un César (Marcial Álvarez) y una Cleopatra (Lucía Jiménez) en su juventud, y otros en su madurez (Emilio Gutiérrez Caba y Ángela Molina), que en el limbo de la eternidad se encuentran y comienzan a recordar… 

            Estamos en esa eternidad, César y Cleopatra, vestidos con trajes de fiesta, se reencuentran  en 2015, tras años sin verse, y rememoran su vida pasada, cómo se conocieron y el amor mutuo que llegaron a profesarse, obteniendo con él provechosas repercusiones en el ámbito político y territorial.  Cleopatra, “armada” con su tablet, muestra a César cómo es la vida hoy, el machismo, el poder y cómo la historia puede cambiar dependiendo de quien la escriba…

            En un mundo donde la historia siempre la han escrito los ganadores y, además, siendo casi siempre autores masculinos, intentan imaginar, ironizando, cómo habría sido su romance en la actualidad y qué repercusiones políticas habrían tenido… la erótica del poder y el poder de la erótica, entre selfies y whiskys.   Y ahí es donde se materializan los otros dos protagonistas, que sin articular palabra han acompañado al César y Cleopatra maduros, para mostrarnos cómo esta erótica del poder estaba más presente que nunca en aquel momento, y que a pesar de comenzar como una relación interesada con tintes políticos (recordemos que César va a visitar a Cleopatra una vez ha conseguido ser reina de Egipto en detrimento de su hermano Ptolomeo -menor de edad-) termina como una historia de amor, aunque esos intereses políticos enfrentados, esos dos modos de ejercer el poder cómplices, aliados y, en ocasiones, enfrentados, nunca desaparecieron.

            Y así conviven nuestros cuatro protagonistas durante la obra, recordando lo que fue, lo que no, y lo que pudo ser y no fue, aconsejando nuestros mitos a los personajes reales para intentar evitar el destino que, como tal, es inmutable, discutiendo sobre lo que harían o jamás volverían a repetir si de nuevo habitaran la tierra, todo ello aderezado con música y danza (Ángela Molina cantando, con su habitual elegancia natural, espectacular) para terminar fundidos en un abrazo de eternidad y realidad. Una propuesta que aúna drama, comedia, y sobre todo puro teatro, que os situará, como espectadores, en una posición privilegiada como cómplices de los protagonistas, a quienes contar sus historias y con quien compartir sus pensamientos.

            Siguen de gira por España, dos maestros como Ángela Molina y Emilio Gutiérrez Caba y dos, no menos importantes, enormes profesionales como Lucía Jiménez y Marcial Álvarez, no os lo perdáis si podéis, porque os encantará, palabra de “perdida”.  Y vosotros, ¿qué pensáis de la erótica del poder?


CESAR & CLEOPATRA
FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DE MÉRIDA / PENTACIÓN ESPECTÁCULOS

Autor.- Emilio Hernández

Dirección.- Magüi Mira

Reparto:

Cleopatra.- Ángela Molina
César.- Emilio Gutiérrez Caba
Cleopatra joven.- Lucía Jiménez
César joven.- Marcial Álvarez

martes, 15 de diciembre de 2015

Hedda Gabler, una antiheroína en su propia amargura



           No tengo remedio, fue ver el cartel de Hedda Gabler en el Teatro Principal de Zaragoza e ir a la taquilla a por las entradas; una de las mayores obras de  Henrik Ibsen, y no me la podía perder…  Es una versión de Yolanda Pallín para el Centro Dramático Nacional, dirigida por Eduardo Vasco y con un reparto excepcional, encabezado por una enorme Cayetana Guillén Cuervo en el papel de Hedda.


            Nos encontramos ante la historia de una mujer, Hedda Gabler, que va tomando decisiones y actitudes a lo largo de su vida que la llevan a una situación totalmente diferente a sus anhelos, a lo que siempre soñó, por lo que no tuvo fuerzas para luchar y que la conduce a una profunda infelicidad y amargura.  Hedda, hija del general Gabler, contrae matrimonio con un anodino Jorge Tesman, encarnado en la piel de Ernesto Arias, un erudito que pasa la vida entre sus libros, un intelectual que, como ocurría históricamente, voluntariamente o no, no dejaba florecer el arte de su esposa, una mujer inteligente, enamorada del conocimiento y de gran profundidad intelectual, y esto es la visión principal de la historia.  


            Tras haber contraído matrimonio y volver de su larga luna de miel, donde ha estado más recluída que otra cosa, vuelve a retomar contacto con personas que quizá ya tenía olvidadas, o al menos apartadas en su subconsciente, su “amiga” de la escuela Thea Elvsted (Verónika Moral) y su gran amor, dedicado al arte y la investigación, Eilert Lovborg (José Luis Alcobendas), por el que no luchó y que ahora vuelve a, en cierto modo martirizarla, haciéndola salir de ese personaje que intenta ser y volviendo a su propia naturaleza y sus deseos. Sin olvidar la presencia del Juez Brack (Jacobo Dicenta) mujeriego y acosador y la tía Julia Tesman (Charo Amador) presente en la vida del matrimonio desde el comienzo.


            Pero este martirio proviene en gran parte de sí misma, de su propia infelicidad, de la situación a la que la ha llevado la vida por no tener la valentía de dar un portazo cuando fue necesario para lograr su felicidad, lo que la convierte en una persona con una gran amargura interior, enormemente tóxica, que da lugar a finales indeseados para todos lo que la rodean, e incluso para ella misma.


            En esta ocasión, a diferencia de otras, nos encontramos ante una Hedda comedida, intentando vivir la vida que equivocadamente ha elegido, que no puede romperse y dar rienda suelta a sus amarguras, causadas por no poder cumplir sus deseos, en una época con un romanticismo basado en códigos que sólo los protagonistas entienden, y en un ámbito social y temporal con unos criterios tan estrictos en que tampoco podría haberlo hecho si quisiera sin ser tildada de loca.  Una Hedda que transmite al espectador toda su amargura y su completa imposibilidad de romper con todo y buscar su felicidad para llegar a un punto donde todo sea hermosura, arte y sensibilidad, escapando de la mediocridad que la rodea.


            Una enorme interpretación, una genial Cayetana que llena el escenario con su mera presencia, una puesta en escena perfecta, acompañados por un piano de cola donde el pianista (Jorge Bedoya) acompaña con su música, que además marca los tiempos teatrales, ejerciendo, en cierto modo, de conciencia de la propia protagonista, llevándola a la producción de sus actos, y a su frustración al ver que es una mujer ninguneada, que a nadie le importa dónde va ni qué siente, de la que sólo se espera el papel de una mujer de la época, casarse y tener hijos, un tipo de mujer en el que no encaja nuestra protagonista, una antiheroína, cuya falta de valentía para romper con todo la hace infeliz y la sume en una profunda amargura que transmite a los demás; una Hedda que perfectamente sería, salvando las distancias, trasladable a la actualidad.  Una obra absolutamente recomendable, si tenéis ocasión no os la perdáis.



HEDDA GABLER
CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL / NOVIEMBRE TEATRO / MUCHA CALMA TEATRO
De Henrik Ibsen
Adaptación de Yolanda Pallín

Dirección.- Eduardo Vasco

Reparto:
Hedda Gabler.-  Cayetana Guillén Cuervo
Jorge Tesman.-  Ernesto Arias
El juez Brack.-  Jacobo Dicenta
Eilert Lovborg.-  José Luis Alcobendas
Julia Tesman.-  Charo Amador
Thea Elvsted.-  Verónika Moral
Pianista.-  Jorge Bedoya 

                          Web.- Hedda Gabler

domingo, 13 de diciembre de 2015

Delicia, el encanto de lo grotesco (y gracias por las 2000 visitas!!!!!)



             Desde que lo leí en la cartelera del Teatro del Mercado de Zaragoza lo decidí, ésta vez iba a ir a ver Delicia, de producciones La Casa de la Portera y Seda producciones, puesto que cada vez que he ido a Madrid he querido verla, y entre unas cosas y otras siempre me quedaba sin entradas…  Y qué mejor plan para una noche fría de viernes  que poder disfrutar en buena compañía de Delicia, de la cordobesa Triana Lorite, dirigida por Alberto Velasco.


            La primera impresión es importante, cuando entras a la sala te encuentras a nuestra protagonista disfrutando de una opípara cena, en compañía de otros dos personajes, que van amenizando con música la espera e interactuando con los espectadores.  Se nos presenta Delicia, una portera solitaria que, como ella misma afirma, puede ver “apofenias”, fantasmas que la visitan y con los que comparte mesa y mantel, compartiendo profundos pensamientos en base a la desigualdad, al trato que se le daba como criada y a la relación con su familia, así como a la necesidad de luchar para sobrevivir fuera de su mundo particular, de pasajes de la biblia, del libro de Job y de canciones en hebreo…


            Esto cambia en la segunda parte de la obra, una visita de su hija y su nieta, (Carmen Navarro y Lucía Caraballo) “la infanta”, que, buscando arrebatarle la casa, nos muestra, respectivamente, un interés por “eliminar lo que sobra” y la ignorancia de la juventud, causada ésta por la precipitada vida a la que nos obliga la sociedad actual.  Todo ello hace a nuestra protagonista tomar una decisión, repentina y sin pensar, apoyada por sus fantasmas compañeros de camino, e independiente de lo que su familia pueda pensar, quizá un final inexplicable que se convierte en el modo de luchar de nuestra protagonista en todo aquel mundo que se le escapa de “fuera de su portería”.


            A mi modo de ver nos encontramos con una obra original, absolutamente surrealista y con un marcado tinte de comedia negra, orientando, desde un punto de vista novedoso, grandes problemas y grandes verdades que se recogen en el trasfondo del texto; un texto maravillosamente encarnado por todo el elenco, donde hemos de destacar la labor de su protagonista Delicia (Juana Andueza) y de su amiga-enemiga principal, Juana Cordero,  y acompañado por música en directo interpretada por David Bueno, aunque con un abrupto final que descoloca y que hace que el público quede estupefacto esperando más.  Aunque me dejó un poco fría (quizá con un acto más se hubiera redondeado la historia) sobre todo por este final tan apresurado, he de señalar que me dejó con ganas de más, lo que quizá era el objeto de la  autora de este off, el hacer pensar al público y darle la libertad de interpretar y de pensar qué va a pasar más allá de esa última escena…


            Puesta en escena novedosa, original y atrevida, que muestra el encanto de lo grotesco, de lo surrealista, mezclando locura, escrituras bíblicas y “exorcismos” y que, aunque quizá no cuadre con la idea de teatro que se puede presumir, puede llegar incluso a parecer atractivo.  Aunque personalmente esperaba otra cosa y me dejó algo fría, me sorprendió, y me transmitió grandes verdades que quizá de otro modo cueste decir. Teatro para gente abierta de mente y dispuesta a pasarlo bien. Y a vosotros, ¿qué os ha parecido?

          P.D.: No me olvido ¿eh? quiero daros las gracias, ¡gracias a todos esos "perdidos" que me han hecho alcanzar las dos mil visitas! Espero poder seguir compartiendo impresiones con vosotros durante mucho tiempo...  Y ya sabéis...  Si os gusta y queréis, participad en el sitio, comentad o compartid. ¡Gracias!



DELICIA 
SEDA PRODUCCIONES / LA CASA DE LA PORTERA

De Triana Lorite

Dirección.- Alberto Velasco

Reparto:
Juana Andueza
Juana Cordero
David Bueno
Carmen Navarro
Lucía Caraballo


Web.- Delicia