jueves, 21 de enero de 2016

Casa de muñecas, Ibsen en una historia de machismo y superación



            Tras haber podido disfrutar de Hedda Gabler, la historia de la antiheroína de Henrik Ibsen por excelencia, cuando vi "Casa de muñecas" en cartel decidí ir a verla, para poder así comparar ambas historias, ambos estados, habiéndolas disfrutado recientemente.  En esta ocasión, como en tantas otras, fue en el Teatro Principal de Zaragoza de la mano de la compañía valenciana Bramant Teatre y bajo la dirección de Ximo Flores


            Mundialmente conocida, esta versión y adaptación libre de Jerónimo Cornelles y Ximo Flores, ambientada en esta ocasión en la actualidad, nos muestra la historia de Nora Helmer (Cristina Esteve), “felizmente” casada con Torvaldo (Jerónimo Cornelles), un banquero que pronto va a obtener un ascenso que lo convertirá en director del banco en que trabaja y que disfruta de su mujer, con sus andanzas, sus locuras "contenidas" e incluso sus danzas, con las que quiere deleitar a sus amigos.  Nora, se reencuentra con su mejor amiga de la infancia, Cristina Linde (María Minaya), con la que comparte sus inquietudes, sobre todo en relación a una deuda, casi satisfecha ya, que la lleva al sometimiento casi absoluto a su acreedor, Nils Krogstad (Miquel Mars), desconocida por su marido y que en el caso de que se hiciera pública podría dar lugar al mayor desprestigio social posible para la familia.  Todo ello en compañía de la inseparable Helena (Teresa Crespo), ama de llaves, y del Doctor Rank (Manuel Puchades), eterno enamorado de Nora.


            El conocimiento de la historia por parte de Torvaldo hace ver a Nora la verdadera relación que existe entre su marido y ella, donde no es más que una propiedad, una muñeca grande con la que divertir a sus amigos y satisfacer sus necesidades sin importar nada más, una situación similar a la que vivió durante toda su vida, pues también para su padre era una muñequita consentida que hacía todo aquello que se esperaba de ella, sin ninguna libertad.


            Y es entonces cuando en Nora nace la necesidad de autodeterminación, de libertad, de poder hacer y vivir como ella quiera, sin satisfacer anhelos ajenos, que sólo podrá satisfacer con un cambio radical en su vida, un portazo y un dejar todo atrás, marido, hijos, vida… con el que buscar su propia identidad y reencontrarse consigo misma fuera del encorsetado rol que la sociedad le había asignado.   Una muestra de valentía frente al machismo y dominación a la que había estado sometida durante toda su  vida.


            Aunque cuando entré en el teatro esperaba una versión clásica (eso me pasa por no leer las sinopsis jeje), he de señalar que me sorprendió gratamente, sobre todo la figura de Nora, y cómo llevando esta historia a la actualidad se convierte en algo intemporal, al margen de las ideas con las que quería romper el autor en el siglo XIX, que si las trasladamos al día de hoy, con matices siguen siendo plenamente reconocibles.  Un alegato contra el machismo imperante y un anhelo de libertad y realización personal que, aunque sea cada vez menos, todavía podemos observar.


            Como el propio director (Ximo Flores) dice, Nora es un puro grito al inconformismo. Su portazo final suscita anhelo revolucionario más allá del propio escenario. Sigamos la pista de Nora…”.  Sigámosla pues, y también el rastro de esta compañía, que nos ha presentado esta adaptación y que promete mucho en sus próximos proyectos, y sobre todo de esa Nora interpretada magistralmente por Cristina Esteve, que consigue empatizar con el espectador de una manera única.


CASA DE MUÑECAS
BRAMANT TEATRE
De Henrik Ibsen
Versión y adaptación libre de Ximo Flores y Jerónimo Cornelles

Dirección.- Ximo Flores

Reparto:

Nora Helmer.- Cristina Esteve
Torvaldo Helmer.- Jerónimo Cornelles
Cristina Linde.- María Minaya
Nils Krogstad.- Miquel Mars
Helena.- Teresa Crespo
Doctor Rank.- Manuel Puchades


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